Desde El Otro Lado
El Raite
Surface Optics Corporation (SOC) es una empresa de ingeniería que se especializa en cuestiones militares, específicamente en defensa y espacio exterior. Sus productos se enfocan en las
propiedades ópticas de las superficies. Por ejemplo, en una selva un militar puede utilizar un producto de SOC para, dada las propiedades ópticas del entorno, encontrar
objetos externos camuflados, aunque el camuflaje sea perfecto a simple vista. Esto es de mucha importancia, principalmente si el objeto externo es enemigo. Surface Optics es una empresa muy pequeña, no llega a los 50 empleados. Se localiza en
la comunidad de Rancho Bernardo, al noreste de San Diego. Está a 58 kilómetros (36 millas) de la garita de San Ysidro.
Cuando yo cursaba mis estudios universitarios en la ciudad de Ensenada muchas veces viajaba “a dedo” desde Tijuana, es decir, me iba de raite. Desde mi infancia
hasta mi temprana edad adulta viví con mi familia en varias casas del fraccionamiento Los Olivos, en Tijuana: Leo No. 46, Antares No. 41, Piscis No. 11, Saturno No 33.
También en la avenida Central, pero de esta última no recuerdo el número del domicilio. De la penúltima dirección salía todos los lunes como a las cuatro y media de la
mañana para dirigirme a la UABC de Ensenada. Me iba caminando hasta la avenida Central, allí daba vuelta en dirección norte hasta topar con la avenida Alba Roja, de allí
caminaba directo hasta el libramiento, recuerdo que aún había zonas sin pavimentar en la avenida Alba Roja, lo cual era muy inconveniente si había llovido el día anterior.
Me paraba en el alto que había en la esquina de ese entonces, al sur de la 5 y 10, a pedir raite hasta Ensenada, con mochila en la espalda. Siempre conseguía quien
me llevara. Y siempre llegaba a tiempo a mis clases, las cuales iniciaban a las 7:00 de la mañana. Curiosamente llegaba antes que mis compañeros, quienes todos amanecían
en Ensenada. Esto a finales del 89, y principios de los 90.
La costumbre de pedir raite data desde que cursaba la secundaria en la Poly. Turno vespertino. Salíamos a las 7:40 de la noche. Mis compañeros y yo tomábamos el
camión de la ruta K.11 Los Pinos de la línea verde y crema, y nos bajábamos en la Avenida Las Palmas. A esa hora ya no había Calafias (microbús) que nos llevaran al
fraccionamiento Los Olivos, así que nos poníamos a pedir raite frente al ISSSTECali. Allí si recuerdo que no teníamos mucho éxito y no pocas veces mejor optamos por irnos
caminando, incluso en algunas ocasiones bajo la lluvia.
Al egresar de la carrera yo ya residía en Ensenada, y tenía mi propia familia. Mi primer trabajo profesional fue en la Empresa Augen Wecken, hoy Augen Ópticos. Como
contratista. Al terminar el contrato regresé a Tijuana. A trabajar. Sin mudarme de Ensenada. Encontré trabajo como ingeniero de sistemas en Uni-Red, ubicada en el Blvd Agua Caliente,
frente a Calette. La crisis del 94 acortó mi estancia. Después encontré trabajo en IBM de México, la cual tenía sus oficinas en el edificio Torremol, en la Zona del Río,
frente al Cecut. El primer año me quedaba dos días en casa de mis familiares, pero durante los siguientes tres años viaje diariamente de lunes a viernes. Me transportaba
en el autobús ABC (Autotransportes de la Baja California), y también en el Inter California. Pero mis ingresos no eran lo suficiente como para poder pagar el transporte
todos los días, así que tramité mi credencial de egresado de la UABC para poder solicitar el descuento de estudiante. Explicaba que era tesista. Me lo otorgaban a
regañadientes debido a que mi apariencia ya no era la de un universitario, ni por la edad ni por la vestimenta, la cual era de oficina. Aun con el descuento, era un gasto
considerable. Regresé a pedir raite. Ahora la ubicación era al inicio de la carretera libre, al sur del Calimax en la colonia Cacho. Siempre conseguía quien me
llevara.
Un buen día me levanto un estadounidense; es decir, me vio pidiendo raite y me llevó. Él residía en la colonia Moderna, al norte de la ciudad, pero me llevó hasta el centro de Ensenada, justo a la terminal de los micros amarillos en la esquina este de las avenidas Juárez y Miramar. Fue muy amable. De allí yo tomé el micro que me llevó a mi hogar en el frac Villa Bonita. Este norteamericano, Phillip Mattison, también viajaba todos los días a Ensenada, desde San Diego. Él se iba manejando. No siempre coincidíamos, pero cuando me veía se paraba y me llevaba. Yo me imagino que a él le servía para platicar durante el trayecto. Durante esas platicas me contó lo que su empresa hacía, lo que él hacía. Era ingeniero de manufactura. Y lo mismo le platicaba yo. Él me platicaba que los viajes, ese trayecto diario entre Ensenada-San Diego le resultaba muy cansado. Prácticamente llegaba a su casa a dormir, para al día siguiente levantarse muy temprano y repetir la rutina. Recuerdo que me contaba que a su familia le costaba entender lo cansado que era hacer ese recorrido todos los días, y le exigían tiempo y atención cuando regresaba de trabajar. La empresa en la que trabajaba como ingeniero era Surface Optics, la de Rancho Bernardo. En ese entonces yo no sabía en donde quedaba Rancho Bernardo. Para mí, todo lo que estaba al norte del centro de San Diego era desconocido y me resultaba muy lejano. Con excepción de UCSD y de la arena deportiva. No fue hasta el 2005, cuando nos mudamos a esa comunidad, justo a una cuadra de Surface Optics, que entendí que él viajaba diriamente ¡116 kilómetros más que yo! Y además tenía que cruzar la frontera y enfrentar el tráfico matutino de las carreteras de San Diego. Aun no existía el programa Sentri.
Los dos siguientes años de mis idas diarias a Ensenada los hice manejando. Una de las mejores prestaciones que he tenido en mi vida profesional, hasta el día de hoy, ha sido la asignación de un automóvil. ¡Un carro por parte de la empresa! Yo trabajaba en Consorcio Red Uno, la cual estaba ubicada en las torres gemelas de Agua Caliente, el antiguo Fiesta Americana. La empresa le otorgaba a su personal de ventas, y al de ingeniería también, un carro. A mí me tocó un VW Golf del año. Red Uno pagaba el mantenimiento y la gasolina. ¡Ya se imaginarán el kilómetraje que le metí al carro durante ese tiempo! Debido a esto yo ya no ocupaba pedir raite pero mantuve contacto con Phillip.
No recuerdo porque durante uno de los raites Philip me confidenció cuanto ganaba, me dijo cuál era su ingreso anual. Quizás le daba curiosidad saber cuál era el mío, como retribución, y me compartió el dato: $40,000.00 USD al año. Eso para mí era un dineral. El mío era como de $6,000.00 Pesos mensuales. A $7.50 por cada dólar a principios de 1997 mi salario era menor a una cuarta parte de la de él.
Tengo presente cuando lo contacté año y medio después para notificarle que había recibido una oferta de una empresa de San Diego. Utilicé su sueldo como base para negociar el mío con la empresa que me estaba contratando. Yo quería 50, así que pedí 55 y, ¡me funcionó! Me ofrecierón los 50. Y, además, cubrieron una parte de mi relocalización a San Diego, y corrieron con todos los gastos de migración para toda mi familia. Hasta las fotografías para los pasaportes pagaron.
Aun mantengo comunicación con Phillip, él ya no reside en la región. Por motivos de trabajo se mudó a Colorado. De todas las veces que pedí raite, desde la secundaria hasta ya de egresado de la carrera, de todas quienes me levantaron, Phillip es la única persona con quien mantengo comunicación. Lo considero mi amigo, una amistad que se generó gracias a la dinámica transfronteriza, y a las diferencias económicas de la región.
Noviembre, 2021
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