Desde El Otro Lado
La Visa H-1B para profesionistas en Tecnologías de la Información y Comunicación. Mi caso.
Hoy, 28 de diciembre del 2023, se cumplen 25 años que recibí un correo electrónico de la gerente de recursos
humanos de la empresa Nuera Communications, Inc, en ese entonces de San Diego, California, EE.UU.
En el me comunicaba que la petición para contratarme como especialista extranjero había sido aprobada por el
Servicio de Inmigración y Naturalización del Departamento de Justicia de los Estados Unidos. Aún tengo dicho
correo:
---Diane Gotkin
Sergio,
Congratulations, your petition has been approved by the INS (Immigration and Naturalization Service). The next step is for you to make an appointment with the consulate in Tijuana. This is a twostep process, the first is the INS approval and the second step is the consulate's approval. As soon as I receive them, I will be sending you all the papers you need to bring with you to the consulate. Therefore, please make your appointment with the consulate for late next week.
Regards,
Diane
---
Por la fecha, día de los inocentes, debo de confesar que por un momento pensé que tal vez era una broma ya que
llevaba meses esperando.
En Julio de 1998 la empresa decidió contratarme, después de una larga serie de entrevistas. Cinco meses se
llevó todo el papeleo. La cita con el consulado de los EE.UU en Tijuana fue para el 6 de enero del 99.
Recuerdo muy bien unas palabras que me dijo el agente en el consulado, que hasta meses después entendí. Me
comentó que era una muy buena situación para mí, siendo de Tijuana, el que la empresa tuviese su cede en San Diego.
Me llevó meses entenderlo porque no caía en cuenta que la mayoría de mis colegas eran de fuera. Los mismos
estadunidenses eran en su mayoría de otros estados. La empresa se ubicaba en el corazón de Sorrento Valley, el
área en el que se ubican la mayoría de las empresas tecnológicas de San Diego, entre ellas Qualcomm.
Sorrento Valley esta a tan solo 56 KM de donde crecí en Tijuana y a 47 de la frontera entre México y Estados
Unidos. Tenía compañeros de trabajo que diariamente manejaban desde Irvine una distancia mayor a esa. También
había mucho extranjero de lugares muy distantes. Y yo trabajaba prácticamente en la misma región en la que
crecí, pero al final de cuentas, en otro país.
Entré oficialmente a los EE.UU con mi visa H-1B el 10 de Enero de 1999 y al otro día fue mi primer día de
trabajo.
¿Cómo emigré? Bueno, la visa es de no inmigrante, es decir, es un permiso para trabajar temporalmente. Se
supone que es por solo tres años, y uno debe de regresar a su país después de ese tiempo. O solicitar una extensión. En
mi caso no fue necesario ni regresar, ni solicitar una extensión porque la empresa decidió tramitar mi
residencia permanente inmediatamente. No esperó momento alguno. Mi residencia permanente fue aprobada en Julio
del 2001, con categoría E37 para estudios superiores. ¡No habían pasado ni tres años! Eso para mí fue un récord.
Muchas amistades mías llevaban años esperado por su residencia. Familiares de amigos “emigrados” (así les
decimos en Tijuana a los poseedores de la residencia permanente) e incluso de ciudadanos de EE. UU. Hasta hubo
personas que me comentaron que les parecía injusto que mi proceso hubiera sido tan rápido porque ellos llevaban
años esperando. Recuerdo haber comentado, y me cito: “Es mejor estudiar”. Y lo sostengo.
Para la visa H1B es necesario contar por lo menos con una licenciatura, preferentemente en tecnologías de la información y comunicación. Sé que hoy revisan que este requisito se cumpla buscando la cédula profesional del interesado en la base de datos de la SEP. Yo tuve que llevar mi título a la cita del consulado. ¡Lo llevé enmarcado! Un dato curioso, las modelos extranjeras entran en esta visa, y a ellas no se les exige título profesional.
Antes de contestar a la pregunta de cómo emigré, voy a platicar que es la visa H-1B, aunque ya he adelantado un poco. La visa H-1B les permite a las empresas estadunidenses contratar de manera temporal a extranjeros con habilidades especialidades cuando no se encuentra entre la población de su país quien llene las vacantes. Hay un límite anual de cuantos beneficiarios pueden obtener esta visa. Al 2023 el límite fue de 65,000. De esa cantidad 6,800 son para ciudadanos de Chile y de Singapur. Si no se utilizan en su totalidad los 6,800 espacios por ciudadanos de esos países entonces el sobrante se incorpora al límite general. Existen algunas excepciones que saltan este límite, uno de ellos es estar renovando la visa y contar con un sueldo de por lo menos $60,000 USD, o contar con estudios de postgrado. El límite no aplica a universidades y centros de investigación científica gubernamentales o que no persiguen lucro. Los números finales siempre son mayores a los oficiales. En el año en el que mi visa se aprobó, 1998, fui 1 de 91,360. En el 2022 fueron un total de 442,043 visas H-1B aprobadas, (incluyendo renovaciones). Algunos datos interesantes: La India se lleva el 72.6% de las visas, seguido por China con el 12.5%. México se llevó el 0.7% del total de las visas H-1B. De las 3,203 visas para mexicanos, el 56% fue para hombres y el 44% para mujeres. El 66% del total global de beneficiados se especializa en labores relacionados con las Ciencias Computacionales
Ahora sí, ¿Cómo emigré? ¡Simplemente solicité un puesto! Encontré la vacante en línea, esto mientras investigaba para mi trabajo de titulación todo lo relacionado a Voz sobre IP. Me encontré con Nuera Communications, empresa que se especializaba en telefonía sobre redes de datos, tema muy novedoso en esa época, (Nuera es por Nueva Era, no por el equivalente femenino a Yerno) y vi el puesto. Me dí cuenta que yo cumplía todos los requisitos que solicitaban. Todos. Allí mismo hice mi curriculum en inglés y lo envié, al otro día tenía un mensaje en mi buzón que decía que les interesaba entrevistarme. Tuve varias rondas de entrevistas. En no todas me fue bien, hubo un fulano a quien le pidieron me entrevistara solamente porque el atendía a América Latina, y visitaba por casualidad el corporativo en San Diego el mismo día de mi entrevista. Él residía en Miami. Al ver mi curriculum notó inmediatamente mi dirección en Baja California y lo primero que me preguntó fue si tenía permiso para laborar en los EE.UU, a lo que contesté que no. El me comentó que primero arreglara eso y que volviera a intentar después. Afortunadamente el puesto no era para atender el mercado latinoamericano. Me imagino que ignoraron sus comentarios porque aproximadamente dos semanas después me comunicaron que deseaban contratarme, y que tramitarían todos los permisos que se requirieren, de yo aceptar. De todas las demás personas que me entrevistaron, solo quien sería mi gerente me preguntó sobre la cuestión migratoria, pero pareció no importarle cuando contesté que no. Afortunadamente él tenía experiencia, en el equipo al que me uní como ingeniero de sistemas había un suizo que también estaba en trámite para una visa H-1B, y en la empresa había una persona de Hong Kong en la misma situación.
Para la cuestión del sueldo y como negociarlo hice mucha investigación antes de especificar cuanto deseaba ganar. En San Diego, California un buen sueldo durante Julio de 1998 para un ingeniero con cinco años de experiencia era de cincuenta mil dólares anuales, ¡solicité cincuenta y cinco! Me ofrecieron los cincuenta, mas algunos gastos de relocalización de Ensenada a San Diego. ¡Y no pagué ni por la foto del pasaporte! Todo lo tramitaron ellos, para mi y mi familia.
¡Yo ni siquiera tenía pasaporte mexicano! En aquel entonces a los residentes de la frontera mexicana la autoridad migratoria estadounidense nos otorgaba una visa B1 para turista, en forma de tarjeta. Lo único que teníamos que presentar, además de la solvencia económica, era una forma llamada Forma 13 que expedía el gobierno mexicano como identificación. A esa tarjeta/visa los tijuanenses le llamábamos pasaporte local. En otras zonas de la frontera les decían "micas" , porque estaban enmicadas. Oficialmente el documento se llamaba Border Crosser. A mis 31 años de edad yo seguía utilizando la que me sacó mi madre a mis ¡13 años!
Con esta visa el portador puede moverse libremente solo dentro de 25 Millas al norte de la frontera internacional, y solo en calidad de turista. La tarjeta tiene una leyenda que dice claramente que no es valida ni para residir ni trabajar en los EE.UU. Al cruzar la frontera con ella no podía decirle al agente de migración que iba a una entrevista de trabajo, lo mas seguro es que me la hubiera retirado. ¡Así que dije que iba a una reunión de negocios! iba vestido para la ocasión. Nuera se ubicaba a 29 millas de la frontera. Eso si le dije al agente, y solicité el permiso I-94 para poder extenderme legalmente más allá de las 25 millas. La respuesta de este me causó gracia. Me dijo que como no había inspección, lo cual es cierto, que pasara, que no era necesario el I-94. El punto de inspección se encuentra en San Clemente, a 67 millas de la frontera (108 KMs). Tomé nota del nombre y número del agente, por si las dudas.
Cincuenta mil dólares, para mí fue un incremento considerable. En Consorcio Red Uno no ganaba ni el equivalente a diez mil, con todo y aguinaldo. En terminos reales podría decir que mis ingresos se doblaron ya que los gastos también incrementaron por mucho. No todo es color rosa. Un dato interesante es que la oferta formal llegó solo después de haber recibido la bienvenida a los EE.UU en el consulado de Tijuana.
Siempre he sostenido que el puesto me lo gané durante las entrevistas. Pero debo de reconocer que también hubo algo de suerte. Años después el supervisor me comentó que yo había sido uno de dos candidatos a quienes le podrían hacer una oferta para el puesto, el cual solo era uno. Cuando le comentaron esto al presidente de la compañía, se lo presentaron de esta manera: “Tenemos dos candidatos, uno puede empezar mañana, y al otro hay que tramitarle una visa”. Afortunadamente eran tiempos de bonanza, el presidente respondió: “Contrata a los dos”. De no haber dado esa respuesta lo mas seguro es que hubieran contratado al otro candidato pues podía iniciar inmediatamente.
Dato curioso, ¡mi residencia permanente llegó primero que la de mis colegas suizo y hongkonés! El de Hong Kong llevaba mas de cinco años en el trámite, y el suizo dos. La razón fue que mi abogado era mas eficiente que el de ellos. Ambos usaban el mismo abogado para sus respectivos trámites. Cuando se enteraron de mi caso, se dieron cuenta que su abogado intencionalmente se demoraba. Mucho de los retrasos a veces no son ocasionados por la burocracia gubernamental sino por la incompetencia o desinterés de los abogados quienes tramitan los casos.
Reflexionando después de 25 años, ahora que veo la cuestión de las caravanas que atraviesan todo México, y algunos ciudadanos de otros países que además cruzan a pie la densa selva que separa Panamá de Colombia, para llegar a este país e intentar lograr algo que a mí se me dio tan fácilmente solo por haber tenido el privilegio de una educación, no me queda más que recomendar que quienes tengan ese privilegio a su alcance, el de estudiar, no lo desperdicien. La educación garantiza por lo menos acceso a la clase media. Y en la mayoría de los países no es necesario emigrar si se cuenta con un grado académico, entre ellos México. Pero si se va a emigrar, entonces las oportunidades incrementaran considerablemente si se cuenta con estudios. No habrá necesidad de tanto sacrificio. Sacrificio que no cesa al cruzar la frontera en condiciones distintas a las de visas de trabajo calificado.
A quien le interese, en el 2024 ofreceré servicios de asesoría con todo lo relacionado a la visa H-1B. De como competir por puestos, y una vez logrados como integrarse a la compleja sociedad estadounidense.
28 de Diciembre, 2023
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